Este verano, di adiós a los aires acondicionados portátiles

  • Por Marina Gros
  • Publicado hace 3 años

Mientras que los termómetros en Europa baten récords verano tras verano, los fabricantes de aparatos de aire acondicionado se frotan las manos. No es de extrañar: sus cifras no paran de crecer. Para 2050, la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) espera que la cantidad de aparatos de aire acondicionado en funcionamiento en todo el mundo alcance los 5.600 millones de unidades; hoy en día hay 1.600 millones. Alrededor de dos tercios de los hogares del planeta tendrán aire acondicionado para entonces.

Entre China, India e Indonesia coparán la mitad de los aparatos de todo el mundo. Sin embargo, el aire acondicionado también va a ganar popularidad en España y en otros países cercanos. Para 2030, se espera que los hogares de la Unión Europea pasen de consumir 40 TWh en 2020 a 62 TWh en 2030; el equivalente al consumo eléctrico total de los hogares en Italia.

Un aumento de esta envergadura supone una amenaza muy seria que puede resultar en un gran crecimiento de las emisiones de efecto invernadero provocadas por los aparatos de aire acondicionado. Unas emisiones que a su vez contribuirán a que suban aún más las temperaturas. Es decir, cuanto más tratemos de enfriar nuestras casas, más calentaremos el planeta.

Pero no todo son malas noticias. Está en nuestra mano limitar las emisiones de estos aparatos, a la vez que mantenemos las temperaturas de nuestros hogares en un nivel cómodo.Solo necesitamos apostar por las tecnologías adecuadas. Y hacerlo ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Tú compras un aire acondicionado portátil, el planeta paga la cuenta

Los aparatos portátiles son las máquinas de aire acondicionado menos eficientes; y aun así, son muy populares. Solo en 2015, más de medio millón de unidades se vendieron en toda la Unión Europea: el 14,2% del total de las ventas totales de aire acondicionado. En España, más de uno de cada diez aparatos de aire acondicionado vendidos en 2015 fueron máquinas portátiles -en concreto el 10,8%-.

Al no necesitar instalación, mucha gente encuentra en este tipo de aparatos una solución rápida y sencilla cuando suben las temperaturas. Especialmente durante las cada vez más frecuentes olas de calor.

En total, se estima que en la Unión Europea hay 4,3 millones de aparatos de aire acondicionado ayudándonos a combatir las olas de calor este verano.Si los apagáramos todos, ahorraríamos en todo el año hasta 0,35 millones de toneladas de CO2 -el equivalente a tomar 200.000 vuelos de ida y vuelta de Madrid a Nueva York-.

El uso del aire acondicionado en sí podría evitarse en muchos casos si realizamos algunas acciones sencillas, como cerrar las persianas y las cortinas durante el día, o instalar toldos. Y, para los casos en los que el aire acondicionado es inevitable, es preferible instalar un aparato de pared, que consume mucha menos electricidad.

Necesitamos una etiqueta común para todos los tipos de aparatos de aire acondicionado

Los aparatos portátiles no son solo dañinos para nuestro planeta; la comodidad que nos ofrecen también nos cuesta muchísimo dinero.

Estos aparatos consumen mucha electricidad, simplemente porque su diseño los hace mucho menos eficientes que los de pared. Según una estimación del portal francés Que Choisir, una unidad de pared le cuesta a una familia una media de 45 euros durante todo el verano, mientras que la factura por el uso de un aparato portátil alcanzaría los 180 euros.

La Unión Europea dispone de un instrumento para informar a los compradores sobre la eficiencia energética de los nuevos electrodomésticos: las etiquetas energéticas. Mediante una escala de colores y letras, están diseñadas para mostrar de un vistazo cuáles son los electrodomésticos que consumen menos electricidad y ayudarnos a tomar mejores decisiones de compra. No solo para nuestras carteras, también para el planeta.

Por desgracia, el sistema no funciona bien en el caso de los aparatos de aire acondicionado. ¿Por qué? Las etiquetas de las unidades de pared y las portátiles no son comparables entre sí. Para enfriar la misma zona, una unidad portátil de clase A+ consume 2,4 veces más electricidad que los sistemas de pared de clase A+.

Que las etiquetas de energía no sean comparables favorece de hecho a los acondicionadores de aire portátiles. Y, por lo tanto, hacen que consumamos más energía de la que deberíamos. Así, emitimos más CO2 y aumentan los riesgos de sobrecarga de la red eléctrica.

¿Por qué los aires acondicionados portátiles son tan ineficientes? Todos los aparatos de este tipo tienen que calentar ciertas piezas como contrapartida para poder enfriar el aire. El problema es que, en el caso de los portátiles, esas piezas se quedan dentro de la habitación, haciendo así que la temperatura interior aumente, mientras que las unidades de pared tienen esas piezas en la unidad que queda en la calle. Además, las unidades portátiles succionan parte del aire frío que ellas mismas producen, y así disminuyen la presión del aire en el interior, lo que hace que entre más aire caliente del exterior.

Si bien las unidades portátiles pueden ser útiles en algunos casos, siempre deben ser una opción de último recurso, por ejemplo para las personas que viven de alquiler y no consiguen llegar a un acuerdo para realizar la instalación de una unidad de pared o en edificios históricos. Para que los consumidores se den cuenta de que esto debería ser así, las etiquetas energéticas de ambos tipos de aire acondicionado deben ser comparables. Solo así podremos evitar que los consumidores tomen decisiones impulsivas y sin la información suficiente, y por tanto mitigar la enorme amenaza que la creciente popularidad de los aparatos de aire acondicionado supone para nuestro planeta.

La Comisión Europea tiene que tomar cartas en el asunto, y hacerlo ya. De hecho, tiene la oportunidad de tomar medidas al alcance de la mano: la Comisión está trabajando en la revisión de las normas europeas para los aparatos de aire acondicionado, incluida una propuesta para actualizar el actual Reglamento sobre etiquetado energético, que incluye la posibilidad de introducir una etiqueta energética común en 2022 – pero tanto los fabricantes como varios Estados Miembros de la UE, no están de acuerdo con esta iniciativa que relegaría a los equipos portátiles a la zona roja en la etiqueta, y por tanto, la menos eficiente– .

Y ya que cambiamos la normativa, acabemos con los gases fluorados

Hacer que las etiquetas energéticas sean más claras no es lo único que puede hacer la Comisión para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los aires acondicionados. También deben introducir normas para limitar el uso de refrigerantes artificiales.

Los sistemas de aire acondicionado utilizan gases refrigerantes, que siempre han sido muy problemáticos para nuestro medio ambiente. La Unión Europea prohibió el uso de los dañinos gases CFC a principios de los 90, por ser muy dañinos para la capa de ozono y en su lugar se introdujeron los HFC, una familia de gases fluorados sintéticos (o gases F). Los gases F no son dañinos para la capa de ozono, pero en cambio tienen un potencial de calentamiento de invernadero muy alto, hasta 2.000 veces mayor que el CO2 para algunos de ellos.

La buena noticia es que existen alternativas más ecológicas que los gases F. Algunas de ellas, como el propano o el CO2 están entrando poco a poco en el mercado como alternativas a los gases HFC, el tipo de gas F más usado en neveras y aires acondicionados. Sin embargo, su penetración todavía es limitada ya que a los fabricantes y reguladores les preocupa el hecho de que estos gases naturales son inflamables. Sin embargo, existen estudios recientes que muestran que es posible aumentar los límites en la cantidad de refrigerante natural que actualmente se permite usar en aparatos de aire acondicionado y frigoríficos.

Lamentablemente, la Comisión ha eliminado la referencia a los refrigerantes en su último borrador del nuevo Reglamento de Ecodiseño sobre los acondicionadores de aire, ya que considera que las restricciones a los gases fluorados deben abordarse únicamente en otro instrumento legislativo específico, el Reglamento de la UE sobre gases fluorados. Sin embargo, animamos a los técnicos de la Comisión a que también incluyan una referencia a los gases fluorados en el Reglamento de Ecodiseño, ya que ello enviaría una clara señal al mercado de apoyo a alternativas más limpias.

Derecho a reparar… ¡también para los aparatos de aire acondicionado!

Además, los aparatos de aire acondicionado son difíciles de reparar, desmontar y mantener. En muchos casos esto resulta en una vida útil del producto más reducida y da pie a que se produzcan fugas de gases refrigerantes contaminantes debido a las dificultades que tienen los técnicos para repararlos.

Para resolver este problema, la Comisión Europea debería exigir a los fabricantes que diseñen acondicionadores de aire que sean más fáciles de reparar y que ofrezcan piezas de repuesto de manera mucho más amplia. Solo así conseguiremos que los aparatos de aire acondicionado duren más tiempo, limitando de esa manera su impacto negativo en el planeta.

Para ello, pedimos a la Comisión Europea:

  • Crear una etiqueta energética común para todos los aparatos de aire acondicionado
  • Promover activamente el uso de refrigerantes respetuosos con el clima
  • Introducir requisitos técnicos para que los aparatos de refrigeración duren más tiempo y para que los fabricantes faciliten piezas de repuesto durante un mínimo de 12 años.

Sólo juntos podemos los ciudadanos y los responsables políticos asegurarnos de que utilizamos las mejores tecnologías disponibles para refrescar nuestros hogares durante los veranos, que son cada vez más calurosos. Decir adiós a los ineficientes aparatos de aire acondicionado portátiles es posible. Hagámoslo ahora.

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